Sabem de la doble marginació que sofrixen les dones del mitjà rural, per ser dones i ser rurals. Sabem del treball invisible que realitzen aquestes dones, tant en l'àmbit domestic cuidant als seus fills, dels seus majors, de la seva llar, com en el camp, en condicions molt dures, sense honoraris fixos, sense vacances i en les més diverses tasques.
Sense reconeixement social o laboral algun. Sense possibilitat que es comptabilitzi la seva contribució econòmica i social. El que desemboca en inestabilitat, treball submergit, dificultats per a accedir al mercat laboral, despoblament de les àrees rurals, etc.
Les dones rurals treballen fora de casa, s'ocupen de la mateixa i eduquen als seus fills, tot a un temps. No anem a negar que aquesta situació la viuen milers de dones del nostre país, però no totes viuen en la ciutat, compleixen la seva jornada laboral, reben un sou per això cada mes i tenen reconeguts els seus drets laborables. Les dones rurals per contra, té les mateixes obligacions, però no així els mateixos drets, ni les mateixes facilitats d'accés a serveis. Afortunadament la situació ha canviat considerablement en els últims anys.
El seu paper després d'anys de lluita comença a valorar-se. Es pot dir que la marxa cap al reconeixement dels seus drets laborals, polítics i culturals ha començat. Tot gràcies al protagonisme que per si mateixes hem arribat a, realitzant un esforç superior a la resta de les dones. A causa de el seu inconformisme, al seu treball i a la seva constància, a més de col·laborar en el desenvolupament quotidià de les seves explotacions, estan assolint un modest paper en la societat actual, aconseguint fer-se participis d'activitats locals, de turisme rural, conservació de la naturalesa, agroindustria, adaptació a Noves Tecnologies, etc., que a partir d'ara haurà de fer-se necessàriament tenint en compte a les dones rurals. No obstant això en la nostra societat continuen reflectint-se discriminacions que condicionen la situació de les dones rurals.
Dones que pel sol fet d'haver nascut en zones rurals pateixen una sèrie de desigualtats en aspectes educatius, etc.
En el segle XXI, en ple estat de la societat del benestar, les dones rurals pateixen una sèrie de desigualtats. Les circumstàncies de la vida rural limiten els seus drets a l'educació, la sanitat, les comunicacions, les noves tecnologies, el reciclatge personal, etc., pel que la imatge de la societat que es distribuïx diàriament en mitjans de comunicació, no es correspon en absolut a les àrees rurals. La dona rural mai podrà competir en igualtat si no parteix en igualtat de condicions que la dona urbana. La desigualtat de gènere es fa encara avui dia palès en tots els àmbits, però encara més en el mitjà rural.
INVISIVILITAT EN EL TREBALL
INVISIVILITAT EN EL TREBALL
Com treballadores, les dones rurals no tenen avui dia el reconeixement laboral i social dels seus drets. Les dones rurals del país lluiten contra la solitud, l'aïllament i la invisibilitat del treball femení rural.
CASTELLÀ
Se ha hablado mucho del papel que desempeñan las mujeres rurales y en los últimos años se ha reivindicado hasta la saciedad el papel protagonista que juega este colectivo en el desarrollo rural.
Sabemos de la doble marginación que sufren las mujeres del medio rural, por ser mujeres y ser rurales. Sabemos del trabajo invisible que realizan estas mujeres, tanto en el ámbito domestico cuidando a sus hijos, de sus mayores, de su hogar, como en el campo, en condiciones muy duras, sin honorarios fijos, sin vacaciones y en las más diversas tareas. Sin reconocimiento social o laboral alguno. Sin posibilidad de que se contabilice su contribución económica y social. Lo que desemboca en inestabilidad, trabajo sumergido, dificultades para acceder al mercado laboral, despoblamiento de las áreas rurales, etc.
Las mujeres rurales trabajan fuera de casa, se ocupan de la misma y educan a sus hijos, todo a un tiempo. No vamos a negar que esa situación la viven miles de mujeres de nuestro país, pero no todas viven en la ciudad, cumplen su jornada laboral, reciben un sueldo por ello cada mes y tienen reconocidos sus derechos laborables. Las mujeres rurales por el contrario, tiene las mismas obligaciones, pero no así los mismos derechos, ni las mismas facilidades de acceso a servicios.
Afortunadamente la situación ha cambiado considerablemente en los últimos años. Su papel tras años de lucha empieza a valorarse. Se puede decir que la andadura hacia el reconocimiento de sus derechos laborales, políticos y culturales ha comenzado. Todo gracias al protagonismo que por si mismas hemos alcanzado, realizando un esfuerzo superior al resto de las mujeres. Debido a su inconformismo, a su trabajo y a su constancia, además de colaborar en el desarrollo cotidiano de sus explotaciones, están logrando un modesto papel en la sociedad actual, consiguiendo hacerse participes de actividades locales, de turismo rural, conservación de la naturaleza, agroindustria, adaptación a Nuevas Tecnologías, etc., que a partir de ahora tendrá que hacerse necesariamente teniendo en cuenta a las mujeres rurales. Sin embargo en nuestra sociedad continúan reflejándose discriminaciones que condicionan la situación de las mujeres rurales. Mujeres que por el solo hecho de haber nacido en zonas rurales padecen una serie de desigualdades en aspectos educativos, etc.
En el siglo XXI, en pleno estado de la sociedad del bienestar, las mujeres rurales padecen una serie de desigualdades. Las circunstancias de la vida rural limitan sus derechos a la educación, la sanidad, las comunicaciones, las nuevas tecnologías, el reciclaje personal, etc., por lo que la imagen de la sociedad que se distribuye diariamente en medios de comunicación, no se corresponde en absoluto a las áreas rurales. La mujer rural nunca podrá competir en igualdad si no parte en igualdad de condiciones que la mujer urbana.
La desigualdad de género se hace aún hoy en día patente en todos los ámbitos, pero aún más en el medio rural.
INVISIBILIDAD DEL TRABAJO
Como trabajadoras, las mujeres rurales no tienen hoy en día el reconocimiento laboral y social de sus derechos.
Las mujeres rurales del país luchan contra la soledad, el aislamiento y la invisibilidad del trabajo femenino rural.
Sabemos de la doble marginación que sufren las mujeres del medio rural, por ser mujeres y ser rurales. Sabemos del trabajo invisible que realizan estas mujeres, tanto en el ámbito domestico cuidando a sus hijos, de sus mayores, de su hogar, como en el campo, en condiciones muy duras, sin honorarios fijos, sin vacaciones y en las más diversas tareas. Sin reconocimiento social o laboral alguno. Sin posibilidad de que se contabilice su contribución económica y social. Lo que desemboca en inestabilidad, trabajo sumergido, dificultades para acceder al mercado laboral, despoblamiento de las áreas rurales, etc.
Las mujeres rurales trabajan fuera de casa, se ocupan de la misma y educan a sus hijos, todo a un tiempo. No vamos a negar que esa situación la viven miles de mujeres de nuestro país, pero no todas viven en la ciudad, cumplen su jornada laboral, reciben un sueldo por ello cada mes y tienen reconocidos sus derechos laborables. Las mujeres rurales por el contrario, tiene las mismas obligaciones, pero no así los mismos derechos, ni las mismas facilidades de acceso a servicios.
Afortunadamente la situación ha cambiado considerablemente en los últimos años. Su papel tras años de lucha empieza a valorarse. Se puede decir que la andadura hacia el reconocimiento de sus derechos laborales, políticos y culturales ha comenzado. Todo gracias al protagonismo que por si mismas hemos alcanzado, realizando un esfuerzo superior al resto de las mujeres. Debido a su inconformismo, a su trabajo y a su constancia, además de colaborar en el desarrollo cotidiano de sus explotaciones, están logrando un modesto papel en la sociedad actual, consiguiendo hacerse participes de actividades locales, de turismo rural, conservación de la naturaleza, agroindustria, adaptación a Nuevas Tecnologías, etc., que a partir de ahora tendrá que hacerse necesariamente teniendo en cuenta a las mujeres rurales. Sin embargo en nuestra sociedad continúan reflejándose discriminaciones que condicionan la situación de las mujeres rurales. Mujeres que por el solo hecho de haber nacido en zonas rurales padecen una serie de desigualdades en aspectos educativos, etc.
En el siglo XXI, en pleno estado de la sociedad del bienestar, las mujeres rurales padecen una serie de desigualdades. Las circunstancias de la vida rural limitan sus derechos a la educación, la sanidad, las comunicaciones, las nuevas tecnologías, el reciclaje personal, etc., por lo que la imagen de la sociedad que se distribuye diariamente en medios de comunicación, no se corresponde en absoluto a las áreas rurales. La mujer rural nunca podrá competir en igualdad si no parte en igualdad de condiciones que la mujer urbana.
La desigualdad de género se hace aún hoy en día patente en todos los ámbitos, pero aún más en el medio rural.
INVISIBILIDAD DEL TRABAJO
Como trabajadoras, las mujeres rurales no tienen hoy en día el reconocimiento laboral y social de sus derechos.
Las mujeres rurales del país luchan contra la soledad, el aislamiento y la invisibilidad del trabajo femenino rural.
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