Que vagi per davant que no tinc res en contra dels ciber-cafès; encara que cap una reflexió per la meva banda, ja que hem refereix als menors (xiquets i xiquetes facils d'enganyar)
Cada vegada són més els pares i les mares que posen els mitjans necessaris per a controlar els continguts als quals poden accedir els seus fills a través d'Internet, esforç que de vegades cau en sac trencat ja que els menors més curiosos tenen la possibilitat de saltar-se aquestes barreres amb una simple visita a un cibercafé.
Cada vegada són més els pares i les mares que posen els mitjans necessaris per a controlar els continguts als quals poden accedir els seus fills a través d'Internet, esforç que de vegades cau en sac trencat ja que els menors més curiosos tenen la possibilitat de saltar-se aquestes barreres amb una simple visita a un cibercafé.
Diferents experts reconeixen la dificultat d'impedir que els menors entrin així en contacte amb "continguts inadequats": llocs pornogràfics o pàgines racistes o violentes, per citar només els quals més alarma generen.
Així, de poc serveixen de vegades els programes de control que les famílies instal·len en els ordinadors domèstics, o que aquests se situïn en llocs comuns de la casa per a facilitar la supervisió per part dels adults (alguna cosa que ocurrix en el 61,3% de les famílies).
"Val amb que el menor es baixi a un cibercafé o vagi amb els seus amics i un portàtil a un bar amb wi-fi perquè pugui entrar en les pàgines que vulgui".
No hi ha una legislació específica de menors quant a cibercafés, i es reconeix la dificultat amb la qual es troba l'administració per a determinar "què és un cibercafé: una botiga, un bar...", el que ha dut, explica, que cada comunitat autònoma els hagi regulat de forma diferent, en algun cas dintre de tipus comercials ja definits.
"No s'està regulat en entorns nous, com les xarxes socials o el fet que un menor obri un compte de correu electrònic, una mesura que hauria de tenir autorització paterna en certes edats” El "ciberbullyng" és altre fenomen que té en els cibercafés un aliat, ja que poden ser utilitzats per a aquesta pràctica i encara que els ordinadors van deixant "rastre" en els servidors, els acosadors mantenen l'anonimat perquè no se'ls exigeix el DNI a l'entrar en aquests establiments, com es fa a l'inscriure's en un hotel.
Segons Raúl García, responsable d'una empresa de programari de seguretat, connectar-se a Internet a través d'un cibercafé "és una espècie de ball de màscares", ja que no se sap qui està darrere. "Tu pagues per una hora de connexió i en general ningú et controla.
Per política en aquests establiments no es capen els accessos a continguts depenent de l'edat, pagues i ets lliure després d'utilitzar el servei" Les majors amenaces, amb les quals s'enfronta un nen o nena, en la xarxa són la possible addicció als jocs, xarxes socials o missatgeria instantània; el ciberbullying, l'exposició a continguts inadequats, però també el poder cometre accions il·legals.
"Depèn de la tipologia de cada família, a algunes els preocupa més el sexe i menys la violència i viceversa, el producte és amoldable a l'ètica i moral de cada llar", cal recalcar que a més d'aquests programes de control ha d'existir una major vigilància física parental.
CASTELLÀ
Que vaya por delante que no tengo nada en contra de los ciber-cafés, aunque cabe una reflexión por mi parte, ya que me refiero a niños y niñas fáciles de engañar)
Cada vez son más los padres y las madres que ponen los medios necesarios para controlar los contenidos a los que pueden acceder sus hijos a través de Internet, esfuerzo que a veces cae en saco roto ya que los menores más curiosos tienen la posibilidad de saltarse estas barreras con una simple visita a un cibercafé.
Diferentes expertos reconocen la dificultad de impedir que los menores entren así en contacto con "contenidos inapropiados": sitios pornográficos o páginas racistas o violentas, por citar sólo los que más alarma generan. Así, de poco sirven a veces los programas de control que las familias instalan en los ordenadores domésticos, o que éstos se ubiquen en lugares comunes de la casa para facilitar la supervisión por parte de los adultos (algo que ocurre en el 61,3% de las familias). "Vale con que el menor se baje a un cibercafé o vaya con sus amigos y un portátil a un bar con wi-fi para que pueda entrar en las páginas que quiera". No hay una legislación específica de menores en cuanto a cibercafés, y se reconoce la dificultad con la que se encuentra la administración para determinar "qué es un cibercafé: una tienda, un bar...", lo que ha llevado, explica, a que cada comunidad autónoma los haya regulado de forma diferente, en algún caso dentro de tipos comerciales ya definidos. "No se está regulado en entornos nuevos, como las redes sociales o el hecho de que un menor abra una cuenta de correo electrónico, algo que debería tener autorización paterna en ciertas edades”
El "ciberbullyng" es otro fenómeno que tiene en los cibercafés un aliado, ya que pueden ser utilizados para esta práctica y aunque los ordenadores van dejando "rastro" en los servidores, los acosadores mantienen el anonimato porque no se les exige el DNI al entrar en estos establecimientos, como se hace al inscribirse en un hotel. Según Raúl García, responsable de una empresa de software de seguridad, conectarse a Internet a través de un cibercafé "es una especie de baile de máscaras", ya que no se sabe quién está detrás. "Tú pagas por una hora de conexión y en general nadie te controla. Por política en estos establecimientos no se capan los accesos a contenidos dependiendo de la edad, pagas y eres libre luego de utilizar el servicio"
Las mayores amenazas, con las que se enfrenta un niño o niña, en la red son la posible adicción a los juegos, redes sociales o mensajería instantánea; el ciberbullying, la exposición a contenidos inapropiados, pero también el poder cometer acciones ilegales.
"Depende de la tipología de cada familia, a algunas les preocupa más el sexo y menos la violencia y viceversa, el producto es amoldable a la ética y moral de cada hogar", hay que recalcar que además de estos programas de control ha de existir una mayor vigilancia física parental.
Cada vez son más los padres y las madres que ponen los medios necesarios para controlar los contenidos a los que pueden acceder sus hijos a través de Internet, esfuerzo que a veces cae en saco roto ya que los menores más curiosos tienen la posibilidad de saltarse estas barreras con una simple visita a un cibercafé.
Diferentes expertos reconocen la dificultad de impedir que los menores entren así en contacto con "contenidos inapropiados": sitios pornográficos o páginas racistas o violentas, por citar sólo los que más alarma generan. Así, de poco sirven a veces los programas de control que las familias instalan en los ordenadores domésticos, o que éstos se ubiquen en lugares comunes de la casa para facilitar la supervisión por parte de los adultos (algo que ocurre en el 61,3% de las familias). "Vale con que el menor se baje a un cibercafé o vaya con sus amigos y un portátil a un bar con wi-fi para que pueda entrar en las páginas que quiera". No hay una legislación específica de menores en cuanto a cibercafés, y se reconoce la dificultad con la que se encuentra la administración para determinar "qué es un cibercafé: una tienda, un bar...", lo que ha llevado, explica, a que cada comunidad autónoma los haya regulado de forma diferente, en algún caso dentro de tipos comerciales ya definidos. "No se está regulado en entornos nuevos, como las redes sociales o el hecho de que un menor abra una cuenta de correo electrónico, algo que debería tener autorización paterna en ciertas edades”
El "ciberbullyng" es otro fenómeno que tiene en los cibercafés un aliado, ya que pueden ser utilizados para esta práctica y aunque los ordenadores van dejando "rastro" en los servidores, los acosadores mantienen el anonimato porque no se les exige el DNI al entrar en estos establecimientos, como se hace al inscribirse en un hotel. Según Raúl García, responsable de una empresa de software de seguridad, conectarse a Internet a través de un cibercafé "es una especie de baile de máscaras", ya que no se sabe quién está detrás. "Tú pagas por una hora de conexión y en general nadie te controla. Por política en estos establecimientos no se capan los accesos a contenidos dependiendo de la edad, pagas y eres libre luego de utilizar el servicio"
Las mayores amenazas, con las que se enfrenta un niño o niña, en la red son la posible adicción a los juegos, redes sociales o mensajería instantánea; el ciberbullying, la exposición a contenidos inapropiados, pero también el poder cometer acciones ilegales.
"Depende de la tipología de cada familia, a algunas les preocupa más el sexo y menos la violencia y viceversa, el producto es amoldable a la ética y moral de cada hogar", hay que recalcar que además de estos programas de control ha de existir una mayor vigilancia física parental.